Un lote baldío que debía servir para que familias campesinas sin tierra pudieran sobrevivir terminó engordando el patrimonio de Martha Janeth Mancera, la exfiscal general encargada que hoy niega todos los señalamientos, pero no puede tapar el sol con un dedo: le compró ese terreno a otros poderosos, un exsenador y una jueza, violando todas las leyes que juró defender.
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Según reveló una investigación del periodista Juan Pablo Barrientos de Casa Macondo, Mancera, vicefiscal entre 2020 y 2023 y ficha clave del poder judicial en Colombia, adquirió en 1997 un terreno de 7.484 metros cuadrados en Dagua (Valle del Cauca), que la Nación había adjudicado únicamente para familias campesinas sin tierra ni oportunidades.
Pero a Mancera, por lo visto, la ley le estorbaba: “Los baldíos son de los pobres, no de fiscales ni jueces”, reza la Ley 160 de 1994, que prohíbe que funcionarios como ella se apropien de terrenos públicos destinados a campesinos desamparados. Tampoco podían venderse antes de 15 años, pero Mancera y su colega, la jueza María del Socorro Vallejo Murgueitio, hicieron su negocio apenas cuatro años después de la adjudicación, burlándose de la norma y del hambre de quienes sí necesitan esa tierra para subsistir.
Un baldío que debía ser para familias campesinas sin tierra terminó en posesión de la exfiscal general Martha Mancera. Una historia que expone cómo se burla la ley de adjudicación de tierras en Colombia. Descubre más detalles aquí: https://t.co/imtQdIa0cJ
— CasaMacondo (@Casa_Macondo) July 16, 2025
La exfiscal, que ha sido señalada por supuestos vínculos con narcos como Francisco Javier Martínez, alias “Pacho Malo”, y hasta con Diego Marín Buitrago, alias “Papá Pitufo”, pagó 60 millones de pesos por ese lote, hoy equivalentes a más de 500 millones, y lo revendió en 2004 por apenas seis, entregándoselo a Clara Inés Vallejo Echeverri, actual gerente de operaciones del Banco de Bogotá en Nueva York. ¿Qué hace una banquera de Wall Street con tierras de campesinos? Buena pregunta.
Mientras tanto, miles de campesinos de Dagua y la vereda Loma Alta siguen esperando un pedazo de tierra para sembrar y vivir dignamente. “No tengo nada que ocultar, todo es una campaña de difamación”, dice Mancera cada vez que se le pregunta. Lo cierto es que el lote, que debió ser esperanza para familias sin techo ni tierra, terminó siendo un negocio redondo para burócratas y banqueros.
El Estado creó estos baldíos para darle una segunda oportunidad a los más pobres, no para engordar la chequera de fiscales, jueces, políticos reciclados y banqueros de alto vuelo. Hoy, 30 años después de aquella resolución del Incora, esa tierra sigue sin cumplir su misión: darle de comer al campesino que la trabaja.





