Un nuevo proyecto de ley ha desatado controversia en el Congreso. La iniciativa, liderada por el representante del Centro Democrático, Jhon Jairo Berrio, busca que el Presidente de la República se someta a pruebas toxicológicas para «garantizar» su aptitud en el ejercicio del cargo. Sin embargo, lo que más ha llamado la atención no es el contenido del proyecto, sino uno de sus firmantes: Eduar Triana, congresista de Boyacá, e hijo de un reconocido narcotraficante.
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Triana es hijo de Horacio de Jesús Triana Romero, un poderoso comerciante de esmeraldas que fue extraditado a Estados Unidos en 2019 por narcotráfico. Según las autoridades estadounidenses, Triana Romero y su organización enviaban toneladas de cocaína a distintos países en colaboración con redes criminales en República Dominicana, Haití, México y Venezuela. Actualmente, cumple una condena de 14 años en una prisión norteamericana.
El Ex presidiario @AlvaroUribeVel muy preocupado por las listas del #PactoHistorico pero metió como candidato de su partido Centro Democrático en Boyacá a Eduar Triana, hijo y sobrino de 2 narcos:
— Martha Peralta Epieyú (@marthaperaltae) December 22, 2021
Pedro Orejas y Horacio de Jesús Triana.
En el Centro Democrático queda bien. pic.twitter.com/VwxxcO1pTZ
A pesar de que el proyecto no tiene grandes posibilidades de prosperar ni en el Congreso ni en una eventual revisión constitucional, su presentación ha generado un intenso debate. Para algunos, se trata de un intento por debilitar la imagen del presidente Gustavo Petro. Para otros, el hecho de que un proyecto sobre consumo de sustancias sea respaldado por el hijo de un narcotraficante es, cuando menos, irónico.
El proyecto de pruebas toxicológicas al Presidente no es el primero en su tipo y, si la historia sirve de referencia, tampoco será el último en fracasar. Iniciativas similares han sido presentadas en el pasado sin éxito. Sin embargo, el debate está servido: ¿es legítima la propuesta o simplemente una jugada política con motivaciones cuestionables?
Por ahora, lo único claro es que la controversia no gira solo en torno al contenido del proyecto, sino a la historia de quienes lo impulsan.