La canciller de Colombia, Laura Sarabia, llevó este martes ante la Comisión de Estupefacientes de Naciones Unidas en Viena una propuesta clave para repensar la lucha contra las drogas: excluir la hoja de coca de la lista de sustancias más dañinas y proporcionar alternativas económicas viables a las comunidades afectadas por el narcotráfico.
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«La ciencia demostrará que la hoja de coca, en sí misma, no es perjudicial para la salud. Solo podremos arrebatársela a los narcotraficantes si aprovechamos su potencial en usos industriales, como fertilizantes y bebidas», señaló Sarabia en su intervención. La canciller también fue enfática en que esto no significa abandonar la erradicación de cultivos ilícitos, sino centrar la estrategia en golpear a los grandes traficantes en su punto más vulnerable: sus finanzas.
Los resultados del actual enfoque respaldan sus palabras. Desde el 7 de agosto de 2022 hasta enero de 2025, Colombia ha incautado más de 1.9 millones de kilogramos de clorhidrato de cocaína, 215 mil kilogramos de base de coca y ha desmantelado 454 laboratorios clandestinos. Además, Sarabia insistó en la necesidad de ofrecer a los campesinos alternativas rápidas y efectivas como el cultivo de cacao y café, y en la urgencia de revisar los mecanismos de financiamiento internacional para que los recursos realmente beneficien a las comunidades afectadas.
Sin embargo, la propuesta desató una polémica en Colombia, impulsada por la desinformación de algunos sectores políticos y mediáticos. La periodista Vicky Dávila reaccionó con una declaración incendiaria, afirmando que la iniciativa de Sarabia favorecía a los narcotraficantes y que el gobierno de Gustavo Petro ha debilitado la lucha contra el narcotráfico. «Petro primero acabó con la lucha contra toda la cadena del narcotráfico y estamos nadando en cocaína», escribió en redes sociales.
Las respuestas no se hicieron esperar. La congresista María del Mar Pizarro desmintió las afirmaciones de Dávila y recordó que la reclasificación de la hoja de coca no es un capricho de Sarabia, sino una solicitud hecha por Bolivia desde 2023 para hacer justicia a las comunidades indígenas. «Coca no es cocaína y no estamos nadando en cocaína por acabar con la lucha contra las drogas, estamos nadando en cocaína porque la lucha contra las drogas es un fracaso», señaló la congresista.
El congresista Santiago Osorio también cuestionó a Dávila, acusándola de propagar desinformación y utilizar el miedo como estrategia de campaña. «La mentira como una propuesta de gobierno, al igual que Milei, nos muestra que lo único que quieren construir es miedo», expresó.
Por su parte, Heráclito Landinez reiteró que la hoja de coca tiene usos medicinales y culturales en muchos países y que la Convención de 1961 sobre Estupefacientes requiere una revisión urgente. «La hoja de coca no es dañina ni es cocaína, aunque muchos la asocien directamente», subrayó.
El debate está abierto y la desinformación sigue siendo un obstáculo en la discusión. La propuesta de Sarabia no solo busca transformar la lucha contra el narcotráfico con una perspectiva más efectiva, sino también reivindicar a las comunidades que han sido criminalizadas por siglos. Lo que queda claro es que quienes insisten en equiparar la hoja de coca con la cocaína o desconocen el tema, o simplemente eligen manipularlo con fines políticos.