Luisa Postres finge arrepentimiento: su “perdón” llega justo cuando posiblemente se desploman sus ventas y salpica la campaña de su madre, María Fernanda Cabal

Tras el escándalo por su polémica oferta laboral, Luisa Postres, hija de María Fernanda Cabal, pidió perdón, pero sus disculpas suenan más a estrategia de marketing que a un verdadero acto de humildad.

En medio de una tormenta digital que parecía no tener fin, Luisa Postres, la hija de la senadora María Fernanda Cabal, finalmente salió del silencio la noche del 4 de octubre para “pedir perdón”. Pero sus palabras parecen más una maniobra de relaciones públicas que un acto de genuina reflexión.

Todo comenzó el 29 de septiembre, cuando Luisa Postres publicó un video en redes anunciando una vacante para community manager. Según sus propias palabras: “Abro convocatoria para el cargo de community manager. Acá hay algo importante: no sé qué es lo que quiero, no tengo un perfil del cargo, no sé qué es lo que estoy buscando”.

Sin embargo, acto seguido describió un perfil sobrecargado de tareas: edición, audiovisuales, narración, manejar todas las redes, comunicar lanzamientos, herramientas digitales… un “community manager 5 en 1”, como lo calificaron miles en redes.

Cuando algunos protestaron que pedía demasiado para un solo cargo, ella respondió con un tono desafiante y hasta clasista: “Si eres una persona que te gusta estar como un burro, solamente mirando para un lado y solamente encajonada, perfecto, hay una cantidad de trabajos para ti que solamente tienes que hacer esto… A mí las personas que dicen: ‘ay, eso no está en mi contrato’, chao … puedes ser cajera del Oxxo”.

Sus palabras, lejos de apaciguar el rechazo, avivaron la indignación. Usuarios en redes la acusaron de clasismo, arrogancia y de pisotear la dignidad laboral de quienes no pueden hacer “la milla extra».

Presionada por el escándalo y la masiva viralización del caso, incluso bajó el video original de sus redes, Luisa Postres reapareció con un nuevo clip para matizar sus declaraciones y pedir perdón públicamente.

Con tono serio, inició: “La embarré, y vengo a dar la cara, y pedir perdón. En las últimas dos semanas he emitido una serie de comunicaciones que están lejos de enorgullecerme … pedir perdón por lanzar una convocatoria donde no tenía claridad en qué era lo que estaba buscando”.

Luego reconoció sus excesos: “Pedir perdón por responder a un comentario de forma grosera y, además, menospreciar un trabajo que sé, es igual de importante y digno a todos los demás trabajos… La verdad es que actué desde la rabia y no desde el amor … Fui soberbia y grosera”.

Y remató prometiendo que aprenderá de la experiencia y “seguir generando empleo digno y de calidad”.

Aunque para algunos sus palabras son un paso necesario, muchos han saltado señalando que su mea culpa parece más una medida desesperada para contener el daño a su imagen y posibles pérdidas comerciales.

No es casualidad que su disculpa llegue justo cuando el rechazo público crecía: “las cajeras del Oxxo no estamos perdonando”, “justo ayer dejamos de perdonar” y “eso suena: mi mamá me obligó” son solo algunas de las reacciones virales en redes.

Además, el ministro de Minas y Energía, Edwin Palma, se lanzó con furia política: “Las disculpas de Luisa Postres no son sinceras… seguro recomendadas por el asesor de la senadora. Son oportunistas porque lo que ellos/as defienden son prácticas laborales esclavistas”

El alto funcionario incluso pidió al Ministerio de Trabajo una inspección laboral contra la empresa Luisa Postres.

Detrás de la disculpa con tono contrito, podría esconderse algo más urgente: el temor a perder clientes, que un escándalo así termine golpeando las ventas y el prestigio de su emprendimiento repostero. En el mundo hiperconectado, la imagen importa y mucho.

Si realmente cree en “empleo digno y de calidad”, ¿por qué lanzar una vacante improvisada e insultante que degrada el salario emocional del postulante? Su disculpa no borra que en su discurso previo solicitaba más allá del contrato, con tono paternalista y burlesco.

Esta crisis es una lección: no basta pedir perdón si no hay cambio real en actitud. Para muchos, Luisa Postres salió del silencio, pero no convenció de su humildad.

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