¡Jóvenes cambian fusiles por salvar vidas! Crece el furor por el servicio militar que ahora se puede prestar en gestión del riesgo y cambio climático

Colombia está cambiando el uniforme por la esperanza: cientos de jóvenes ya reemplazan el servicio militar por labores de gestión del riesgo, protección ambiental y construcción de paz de la mano de la UNGRD.

En Colombia se está viviendo una revolución silenciosa: cientos de jóvenes están dejando atrás el fusil y el camuflado para sumarse a un ejército mucho más poderoso, el de la prevención, la solidaridad y la vida. La UNGRD confirmó que más de 400 participantes ya están reemplazando el servicio militar obligatorio por labores de gestión del riesgo, cambio climático y apoyo comunitario, una decisión que está marcando un antes y un después en el país.

El programa, conocido como Servicio Social para la Paz, permite que jóvenes entre 18 y 25 años obtengan la equivalencia de la libreta militar sin tener que ir a un batallón, sino ayudando a comunidades, protegiendo el ambiente y previniendo desastres. “El Servicio Social para la Paz ofrece beneficios como la certificación equivalente a la libreta militar, formación en competencias, experiencia certificada de primer empleo, auxilio económico mensual y dotación”, explicó la subdirectora para el Conocimiento del Riesgo de la UNGRD, Ana Milena Prada, quien ha sido una de las voces más firmes en la defensa de este cambio histórico.

La apuesta no pudo arrancar con un mensaje más claro: menos jóvenes en la guerra, más jóvenes cuidando la vida. La UNGRD presentó con orgullo a la primera generación de 60 participantes en la modalidad de gestión del riesgo y cambio climático, quienes trabajarán hombro a hombro con entidades como la Cruz Roja Colombiana, la Defensa Civil, el Servicio Geológico Colombiano, Parques Nacionales Naturales y el IDIGER. Estas brigadas juveniles ya están en ciudades como Bogotá, Cali, Medellín, Cartagena, Santa Marta y Riohacha, así como en municipios golpeados por el abandono histórico del Estado, donde su presencia representa un alivio y una esperanza.

La propia Prada detalló el alcance de esta transformación: “Este programa está dirigido a jóvenes entre 18 y 25 años que quieran aportar en alguna de sus 11 modalidades: cultura, memoria, ambiente, comunidades étnicas y, por supuesto, gestión del riesgo y cambio climático”. Y añadió: “Desde la UNGRD… estamos acompañando a sesenta jóvenes de trece departamentos. Además, más de 400 jóvenes ya hacen parte del programa”.

El país empieza a ver los frutos de una política que se deriva de los acuerdos de paz de 2016 y que, por fin, reconoce que la juventud no debe ser carne de cañón, sino motor de transformación. La nueva modalidad ofrece once caminos posibles, desde alfabetización digital hasta trabajo con víctimas, pasando por educación, protección ambiental, vigilancia del patrimonio y acompañamiento a comunidades vulnerables.

El impacto es tangible: los jóvenes están orientando a barrios enteros sobre protocolos del Sistema Nacional de Gestión del Riesgo, reforzando los sistemas de alerta temprana, apoyando procesos educativos y hasta participando en actividades del Museo MAGMA. Todo esto mientras reciben un auxilio económico del 80 % del salario de un soldado regular, y una certificación de primer empleo que les abre puertas en el mundo laboral.

El mensaje final de Ana Milena Prada resume la esencia de este giro trascendental: “Si quieres contribuir a tu comunidad, proteger la vida y aprender haciendo, el Servicio Social para la Paz te está esperando”.

Mientras otros modelos insisten en enviar jóvenes a empuñar armas, la UNGRD demuestra que Colombia puede escoger otro camino: uno donde la paz no sea un discurso, sino una tarea cotidiana. Y donde la juventud, por fin, tenga la oportunidad de servir al país sin arriesgar su vida, sino salvando la de los demás.

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