Bogotá quedó en shock tras conocerse que el Ministerio de Trabajo, bajo la dirección de Antonio Sanguino, puso en marcha una inspección sorpresa en el exclusivo Club El Nogal, luego de recibir denuncias anónimas por presuntos despidos masivos. El lugar, conocido por ser punto de encuentro de empresarios, políticos y figuras de poder, se ve hoy envuelto en una polémica que huele a abuso laboral y manipulación disfrazada de “retiros voluntarios”.

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“En este momento nuestra Dirección Territorial Bogotá del Ministerio de Trabajo se encuentra en labores de inspección, vigilancia y control al Club social El Nogal, para determinar el cumplimiento de las normas laborales, dado que recibimos denuncias anónimas relacionadas con un posible despido masivo a más de 130 trabajadores”, confirmó el ministro Sanguino a través de su cuenta de X.
La declaración encendió las alarmas. Según trascendió, varios exempleados denunciaron haber sido presionados para firmar cartas de ‘retiro voluntario’, sin recibir las indemnizaciones correspondientes por despido sin justa causa. Entre los afectados habría padres y madres cabeza de familia, e incluso trabajadores a punto de pensionarse, lo que agrava aún más el panorama.
ATENCIÓN : En este momento nuestra Dirección Territorial Bogotá del Ministerio de Trabajo se encuentra en labores de Inspección, vigilancia y control al Club social el Nogal, para determinar el cumplimiento de las normas laborales, dado que recibimos denuncias anónimas… pic.twitter.com/cgqRcGTyLA
— Antonio Sanguino (@AntonioSanguino) October 20, 2025
Mientras el Ministerio cumple con su deber de inspección y control, como lo ordena la ley y el sentido de justicia laboral, en el interior del club tratan de bajar la tensión. La presidenta de la junta directiva, Sandra Neira, aseguró que todo se trató de “un proceso de reorganización interna” y que los empleados “se acogieron de mutuo acuerdo a un plan de retiro voluntario”. Sin embargo, el tono corporativo del comunicado no logra tapar la indignación que crece entre los trabajadores y la opinión pública.
“Este proceso de reorganización interna se llevó a cabo mediante un plan de retiro voluntario, al que algunos empleados se acogieron de mutuo acuerdo, como alternativa a una posible transición laboral”, dice el documento difundido por el club, que insiste en que se trató de una acción “necesaria” para garantizar su “sostenibilidad financiera”.
Pero lo que para los directivos del Nogal es una simple “transición”, para muchos trabajadores es un atropello disfrazado de legalidad. Según fuentes cercanas a la inspección, la Dirección Territorial Bogotá del Ministerio está verificando uno a uno los casos y revisando si el club realmente cumplió con los requisitos de ley o si, por el contrario, ocultó despidos bajo la fachada de acuerdos voluntarios.
#ATENCIÓN | El Ministerio del Trabajo adelanta labores de inspección y vigilancia en el Club El Nogal para verificar el cumplimiento de las normas laborales, luego de recibir denuncias anónimas sobre un posible despido masivo. pic.twitter.com/iojpllpf3p
— Radio Nacional CO (@RadNalCo) October 20, 2025
En redes sociales, la decisión del ministro Sanguino ha sido aplaudida. Varios usuarios destacaron que el Gobierno finalmente le pone la lupa a los privilegios de los poderosos, recordando que El Nogal no es cualquier empresa: es un símbolo del poder económico y político en la capital. “Con dignidad cumplimos a los trabajadores y trabajadoras”, escribió el ministro, dejando claro que el Ministerio no permitirá que los derechos laborales sean vulnerados, sin importar cuán influyente sea la entidad investigada.
Crece la expectativa por el resultado oficial de la inspección, que podría revelar si el Club El Nogal cometió una de las faltas más graves del Código Sustantivo del Trabajo: despido masivo sin justa causa. Si las denuncias se confirman, el caso se convertiría en un duro golpe a la imagen del club y en un precedente histórico a favor de los trabajadores, gracias a la acción decidida del Ministerio de Trabajo.
El mensaje es claro: en Colombia, ningún poder económico está por encima de la ley ni de la dignidad laboral.





