Un oscuro imperio criminal que se creía clausurado ha reaparecido con más fuerza: la investigación del diario El País América (Colombia) revela que la llamada Nueva Junta del Narcotráfico (NJN) está infiltrada hasta el tuétano del mundo empresarial y deportivo colombiano. Según datos de la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI), esta organización no solo mueve toneladas de droga, sino que ha puesto como fachada clubes de fútbol y compañías de seguridad para blanquear y maniobrar.
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La pesquisa pone en el ojo del huracán a al menos dos equipos de fútbol, Independiente Santa Fe y Tigres F.C., además de cuatro empresas de seguridad privada que actúan como instrumentos de fachada para la junta. En sus propias palabras, la estructura criminal “tiene tentáculos” que penetran lo empresarial, lo deportivo y lo internacional.
Según el informe, Santa Fe aparece en el entramado a través de su presidente, Luis Eduardo Méndez Bustos, abogado penalista de profesión, mientras Tigres F.C. se vincula con el fallecido dirigente Édgar Páez Cortés, otro jurista que habría sido parte de la segunda línea de mando de la NJN. “Ellos muestran casi que él era, hay como una especie de organigrama, y ellos dicen que Páez era como de la segunda línea de mando y relacionan directamente su homicidio con actividades, pues de narcotráfico con el club de fútbol”, explicó la periodista Valentina Parada Lugo.
La junta del narcotráfico no solo se mueve en clubes de futbol sino en espectáculos de artistas, en el negocio de las esmeraldas, del oro, en la penetración mafiosa a Ecuador y Venezuela, infiltró inteligencia policial, logró ubicarse en países árabes y europeos, salió de las… https://t.co/u3VNN3aYWl
— Gustavo Petro (@petrogustavo) October 30, 2025
Mientras tanto, las empresas de seguridad son otro frente clave del negocio mafioso: firmas como Seguridad Oriental Limitada y Hidra Seguridad fueron constituidas como compañías de vigilancia, pero según el informe, prestaron servicios reales a narcotraficantes para legalizar armas, certificar escoltas y legitimar redes criminales. “Nosotros hablamos particularmente con Hidra Seguridad … ellos dicen, ‘acá vinieron cuatro hombres, entre esos estaba Dionisio de Jesús Vera Olmos…’ ”, relató Parada Lugo.
Las piezas encajan: la NJN opera con una estructura más horizontal que los carteles tradicionales, según la periodista, y mantiene bases en España, Dubái y Turquía. Su modus operandi incluye clubes de fútbol como pantalla de lavado, empresas de seguridad como instrumentos de certificación armamentística, y redes globales que permiten mover droga, dinero y , lo más grave, influencias. Mientras tanto, actores como Santa Fe y Tigres F.C., sus dirigentes y empresas vinculadas, aparecen bajo sospecha.
🔴 En un informe secreto, al que ha tenido acceso EL PAÍS, el servicio de inteligencia de Colombia señala a la Nueva Junta del Narcotráfico como una poderosa organización, heredera de un antiguo cartel en plena crisis entre Bogotá y Washington
— EL PAÍS América (@elpais_america) October 26, 2025
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Y en este escenario de crimen organizado con traje ejecutivo y camisetas deportivas, el presidente Gustavo Petro sale reforzado en su diagnóstico. Petro había advertido desde antes que existía esta “junta del narcotráfico” de alcance internacional y que “opera como una confederación de mafias”. En sus propias palabras: “Esto se llama la junta del narcotráfico, con sede en Abhu Dabi… controlan una red de fiscales y a través del CTI, el puerto de Buenaventura. Son autores del asesinato del fiscal paraguayo Pecci… Han buscado asesinarme sin éxito.”
Además, afirmó que la organización “no solo se mueve en clubes de fútbol sino en espectáculos de artistas, en el negocio de las esmeraldas, del oro… salió de las cárceles de EE. UU. y hoy tiene centros en Europa”.
Con esta investigación de El País América y el informe de la DNI, Petro tiene un nuevo respaldo para decir: «Yo tenía razón». Porque aquello que denunciaba como “mafia global con traje ejecutivo” aparece retratado aquí con nombres, empresas y clubes. El problema es que ahora que está al descubierto, la pregunta ya no es si existe, sino qué harán las autoridades para cortarle de raíz sus tentáculos.
Este escándalo exige respuestas: ¿investigarán a fondo a los clubes de fútbol y a sus dirigentes? ¿Qué papel jugarán las empresas de seguridad y quiénes están detrás de sus socios “legales”? ¿Cómo se desmonta una red que mezcla narcotráfico, deporte, finanzas y legitimación global?
Una cosa está clara: el escándalo ya no es una sospecha, es una operación criminal disfrazada que hoy tiene rostro, nombres, empresas y camisetas. Y el país no puede seguir ignorándolo.





