La propuesta lanzada por Diego Santos a través de su cuenta de X, instando a una «gran marcha» para el domingo 24 de marzo, bajo el lema de «la marcha de millones», ha generado un profundo rechazo y preocupación entre diversos sectores de la sociedad colombiana.
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Esta convocatoria, promovida por los Uribistas, pretende paralizar el país y, según Santos, mostrarle al presidente Petro «el verdadero poder de los colombianos». Sin embargo, más allá de la retórica de confrontación, esta propuesta plantea serias interrogantes sobre la salud democrática del país y el riesgo de profundizar las divisiones ya existentes.
¿Muy loco pensar en la gran marcha el domingo 24 de marzo, la marcha de millones, una que paralice el país y le muestre a el dictador Petro el verdadero poder de los colombianos?
— Diego A. Santos (@DiegoASantos) March 16, 2024
En primer lugar, el término «dictador» utilizado para referirse al presidente Petro resulta altamente irresponsable y desproporcionado, socavando la legitimidad de las instituciones democráticas de Colombia. Utilizar un lenguaje tan incendiario solo contribuye a alimentar la polarización política y dificulta cualquier posibilidad de diálogo constructivo.
Además, la convocatoria de una manifestación con el objetivo explícito de «paralizar el país» plantea serios riesgos para la estabilidad y el bienestar de todos los colombianos. En un momento en que el país enfrenta desafíos económicos, sociales y de salud pública, promover la parálisis y el caos solo exacerbará los problemas existentes y pondrá en peligro el progreso que tanto esfuerzo ha costado alcanzar.
Marcha NO política. Marcha ciudadana. Sin tarima. Sin color. Que solo hablen los cánticos de quienes en ella converjan. Marcha con un solo objetivo, defender la institucionalidad colombiana del ataque frontal de Petro. Marcha un domingo.
— Diego A. Santos (@DiegoASantos) March 16, 2024
Es fundamental recordar que el derecho a la manifestación pacífica es un pilar fundamental de cualquier democracia, pero este derecho debe ejercerse de manera responsable y respetuosa con el Estado de Derecho. Convocar a una marcha con la intención de «mostrar poder» y desafiar al gobierno elegido democráticamente solo profundiza las divisiones y debilita las instituciones democráticas.