Se le cayó la mentira a Daniel Samper: piden denunciarlo por injuria mientras el Ministro de Educación lo deja en evidencia por defender becas para los ricos

El presidente Gustavo Petro desató una tormenta política al denunciar que la mayoría de las becas para estudiar en el exterior han ido a los estratos más ricos, calificando el modelo de Colfuturo como excluyente y profundamente desigual.

Lo que parecía un programa de oportunidades terminó convertido en el espejo más incómodo de la desigualdad en Colombia. Una revelación sobre el destino de los recursos públicos para estudios en el exterior por parte de Colfuturo desató una fuerte controversia nacional, luego de que el presidente Gustavo Petro expusiera cifras que muestran cómo la mayor parte del dinero terminó beneficiando a los estratos más altos, dejando por fuera a la mayoría de jóvenes del país. “Que el 74 % de los recursos vaya a los estratos 4, 5 y 6 muestra por qué Colombia es tan desigual”, lanzó el mandatario, encendiendo el debate.

Las cifras que detonaron la polémica son demoledoras. Apenas el 1 % de los recursos llegó a jóvenes de estrato 1 y solo el 26 % benefició a estudiantes de los estratos 1, 2 y 3, pese a que estos representan cerca del 80 % de la población juvenil del país. En contraste, el 74 % del dinero terminó en manos de los estratos 4, 5 y 6, y un escandaloso 41 % fue para los estratos 5 y 6, que son minoría. Para Petro, esto no es un error técnico sino una decisión política que definió como “miserable” y propia de “un país manejado por grandes banqueros y terratenientes, y familias hereditarias”.

El presidente fue aún más duro al cuestionar el corazón del modelo: el crédito educativo. “Dar 90 doctorados al año con créditos no le sirve a Colombia. Solo los ricos pueden pagarlos; los pobres terminan saliéndose de la carrera o endeudados, como ocurre con el Icetex. El crédito no es la salida”, sentenció. Incluso comparó la realidad nacional con la de Corea del Sur, que envía 35.000 estudiantes al año al exterior y apostó por una sociedad del conocimiento sin excluir a su juventud por falta de dinero.

En este contexto, el Gobierno confirmó que retirará el financiamiento estatal al Programa Crédito Beca de Colfuturo a partir de 2026. La última convocatoria con recursos públicos se hará en 2025, cerrando así una alianza que durante más de dos décadas movió USD 618 millones, de los cuales el Estado aportó el 47 %. Aunque el programa permitió que 16.800 colombianos estudiaran en el exterior, el Ejecutivo sostiene que ese beneficio terminó concentrándose en quienes ya tenían ventajas económicas.

La apuesta oficial ahora es radicalmente distinta: 10.000 becas anuales, totalmente gratuitas, dirigidas a hijos e hijas de trabajadores, campesinos y jóvenes de barrios populares, sin intermediarios y sin deudas impagables. El ministro de Educación, Daniel Rojas, explicó que eliminar la intermediación permitirá que “el Gobierno otorgue las becas directamente a los estudiantes”, haciendo más eficiente el uso de los recursos y ampliando la cobertura.

Pero mientras el debate se daba con cifras y argumentos, desde las redes sociales apareció el ruido. Daniel Samper Ospina, presentado como periodista y comediante, lanzó una acusación sin matices: “El peor ministro de educación de la historia de Colombia acabó también con Colfuturo: no dejaron nada, este gobierno fue un huracán”. El mensaje, rápidamente viralizado, fue calificado por sectores del Gobierno como una desinformación abierta.

La respuesta del ministro Rojas no se hizo esperar. “Como de costumbre Daniel Samper me insulta sin leer ni escuchar el video que postea. Es ridículo afirmar que acabé con algo que no existe, el Ministerio de Educación no tiene convenios con Colfuturo. La acertada decisión fue tomada por el Ministerio de Ciencias”, aclaró, desmontando lo que consideró una acusación falsa.

Tras la publicación de Samper, crecieron las voces que piden que el ministro lo denuncie por injuria y calumnia, señalando que sus afirmaciones no solo son erradas sino que buscan confundir a la opinión pública en un debate de fondo: si el Estado debe seguir financiando créditos que terminan beneficiando a los más ricos o si, por fin, debe garantizar becas reales para quienes nunca han tenido acceso.

El Gobierno insiste en que el verdadero escándalo no es el fin del convenio con Colfuturo, sino que durante años los recursos públicos hayan servido para reforzar privilegios. La discusión ya no es técnica, es política y ética: o se subsidia a los estratos altos para estudiar afuera, o se rompe el modelo y se apuesta por una educación internacional que no sea un lujo reservado para unos pocos.

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