Por: Daniel Ricardo Malagón Laverde
Fue la Ley 30 de 1986 la que dio un primer paso en el sentido de aceptar por lo menos una dosis personal de drogas como la marihuana y la cocaína, y a permitir en cantidades mínimas el cultivar plantas que produzcan ciertos estupefacientes. Ya es bien conocido que actualmente gracias a la mencionada ley y al Decreto 613 de 2017 se pueden poseer 20 plantas de cannabis psicoactivo para uso personal bajo la figura del “auto cultivo”, sin que para ello sea necesario una licencia como las requeridas para los usos médicos y científicos. En verdad, en Colombia el uso recreativo de la marihuana fue despenalizado apenas en 1994 vía la Corte Constitucional, lo cual no implicó la legalización de esta. Sobretodo con un presidente sacando Decretos a cada rato para que los policías puedan incautarla.
Sin embargo, antes de entrar en la discusión sobre los nuevos intentos de regulación del cannabis, es importante saber por qué fue penalizado su uso durante tanto tiempo, a pesar de que había sido utilizado por el ser humano desde hace miles de años para diferentes fines (Como los papeles de cáñamo en los que se firmó la Constitución de EE.UU). Pues al final la razón fue que la penalización se debió al racismo y xenofobia en EE.UU, para luego obligar a Estados como Colombia replicar su prohibición.
EE.UU tuvo que pasar por una terrible página en su historia por culpa de la prohibición del alcohol, donde se evidenció que tratar de impedir el acceso de las personas a esta sustancia sencillamente llevó a que la ilegalidad se apropiara del negocio utilizando la violencia como herramienta y brindando poca seguridad salubre al consumo. Cuando por fin reaccionaron y volvieron a permitir su consumo, se buscaron otras drogas a las que combatir porque supuestamente hacían incurrir en “conductas inapropiadas o delictivas”. En ese sentido, dirigieron su lucha contra la marihuana y otro tipo de estupefacientes como la cocaína.
Pero como eso no me convence tanto todavía me pregunto cuáles fueron las razones para que la ilegalizaran. En verdad, el cannabis venía siendo usado por la humanidad para usos textiles, medicinales y hasta religiosos, pero aún así decidieron que esta debía ser una planta prohibida. La razón en últimas es que esto se da por la inmigración mexicana hacia el norte producto de su revolución cuando empiezan a llegar cada vez más ciudadanos de las fronteras que tenían por costumbre el uso de la marihuana. Si a eso le suma que los artistas del Jazz fueron recurriendo a esta sustancia en búsqueda de inspiración llamando cada vez más la atención, pues estaba el caldo perfecto para que a los white americans les empezara a desagradar la planta.
En últimas lo que sucedió fue que, a la luz de una sociedad abiertamente racista y xenófoba como la gringa de inicios del Siglo XX, se determinó que la marihuana era una cosa de “negros y mexicanos” que destrozaba vidas y por lo cual debía ser prohibida federalmente.
Esa prohibición en EE.UU hizo que para 1961 ellos mismos promoviera una Convención sobre estupefacientes en donde se incluyó específicamente a la marihuana como una de las drogas cuyo uso debía limitarse a lo médico y científico. Por supuesto, Colombia firmó el acuerdo y entró en la línea de la guerra contra las drogas.
Deberíamos tener en cuenta que en todo el mundo la guerra contra las drogas ha implicado la pérdida de muchas vidas, sobretodo de los más vulnerables en la cadena: quienes cultivan las plantas – normalmente campesinos sin otras posibilidades – y los consumidores. Y no solo eso, sino que en realidad no sirve para disminuir el narcotráfico ni el consumo, termina siendo contraproducente. Y lo peor es que en Colombia nos tocó aún más grave porque esa dichosa guerrita se vinculó con el conflicto armado interno que se vio beneficiado del lucrativo negocio.
Por ello, se han dado varios intentos por parar esa guerra; sin embargo, pareciera que los gobiernos nunca se han comprometido con ello, sino que, por el contrario, han ahondado más en su ofensiva. El actual gobierno de Iván Duque, por ejemplo, ha sido claro en señalar que continuará la guerra contra las drogas cueste lo que cueste – además apoyados por el gobierno de EE. UU –, incluso si eso implica el uso del terrible glifosato.
En la actualidad, están cursando proyectos de ley tanto por Cámara como por Senado que buscan entonces evitar esa ofensiva a través de la regulación del cultivo, distribución y consumo de la marihuana y la coca. Pero no solo eso, sino que uno de ellos, el que cursa en Senado pareciera que por primera vez tiene los votos para convertirse en ley de la República, según lo señala uno de sus ponentes, el Senador Gustavo Bolívar.
En ese sentido, se hace necesario revisar todos estos proyectos de ley para verificar las finalidades a las que apunta y los instrumentos que plantea para ello, pero para eso dedicaré la siguiente columna. De momento, solo puedo decir que en verdad espero que estos intentos sean por fin fructíferos y que esta sociedad deje de lado el prejuicio sobre las drogas y empiece a pensar en cómo ayudar a las personas con adicción y no en cómo afectarlas aún más con sanciones innecesarias.
Recomendaciones: Para estos temas recomiendo escuchar el Podcast de La Voz del Cannabis, es un programa de dos primos paisas que se dedican a discutir sobre todo lo relacionado con esta planta buscando, a través del informar, dejar de lado todos esos prejuicios.