¡Petro se le rebela a Trump! Suspende intercambio de inteligencia con EE. UU. tras misiles que mataron a pescadores en el Caribe

En medio de una tormenta diplomática con Estados Unidos, Gustavo Petro desafió al poder militar de Washington y suspendió la cooperación de inteligencia tras los mortales bombardeos contra lanchas en el Caribe.

En un gesto que ha sido presentado por sus detractores como una “locura diplomática”, pero que sus seguidores consideran un acto de soberanía y humanidad, el presidente Gustavo Petro decidió suspender el intercambio de inteligencia con Estados Unidos. La medida, que pone en jaque décadas de cooperación militar, llega tras los bombardeos de tropas norteamericanas contra lanchas en el mar Caribe, ataques que han dejado muertos a pescadores y civiles inocentes.

“Se da orden a todos los niveles de la inteligencia de la fuerza pública suspender envío de comunicaciones y otros tratos con agencias de seguridad estadounidenses. Tal medida se mantendrá mientras se mantenga el ataque con misiles a lanchas en el Caribe. La lucha contra las drogas debe subordinarse a los derechos humanos del pueblo caribeño”, declaró el mandatario, dejando claro que la vida de los colombianos está por encima de los intereses de Washington.

El anuncio fue hecho después de que el Reino Unido, aliado histórico de Estados Unidos, también suspendiera la entrega de información de inteligencia a la administración Trump por considerar ilegales las operaciones militares contra presuntas narcolanchas. Así, Colombia se une al creciente bloque de países que cuestionan los ataques que, bajo el pretexto de combatir el narcotráfico, y que han convertido el Caribe en un campo de guerra.

Petro no se quedó callado ante lo que califica como una barbarie. En su intervención durante la Cumbre Celac–UE relató el caso de Alejandro Carranza, un pescador colombiano asesinado por un misil estadounidense. “De padre pescador, él pescador experto en manejar lanchas, quizás contratado, quizás no, no sabemos, pero murió por un misil en las aguas del mar Caribe”, dijo el jefe de Estado. “Visité a su familia para constatar por qué lo acusaron de su muerte. Está bajo la tesis de que es un narcoterrorista, nuevo concepto. La familia vive sin techo, aislada en el barrio más pobre de Santa Marta. Su hija quedó sin universidad, era su ansia. Quizás el padre, desesperado por darle una universidad a su hija, hizo algo que no debió ser, pero jamás esa familia, ni su padre, ni sus hijos, ni él, podrían ser calificados como narcoterroristas”.

El presidente fue más allá al denunciar que los misiles usados por Estados Unidos en el Caribe son “los mismos que caen sobre Gaza”. “Ahora caen misiles en el Caribe, la misma fabricación de los que caen en Gaza, caen aquí sobre personas pobres, en esta ciudad murió uno”, afirmó, visiblemente indignado. Para Petro, se trata de una ejecución extrajudicial disfrazada de operación antidrogas.

La reacción en Washington no se hizo esperar. Voceros del gobierno estadounidense expresaron “preocupación” por la ruptura, mientras que algunos analistas intentan minimizar la decisión, señalando que podría afectar las operaciones contra el narcotráfico. Pero en Colombia, la respuesta del presidente ha sido categórica: no habrá cooperación mientras los misiles sigan cayendo sobre los pueblos caribeños.

“Nosotros incautamos cocaína todos los días sin misiles. No necesitamos que asesinen a nuestros pescadores para demostrar resultados”, recordó Petro, dejando en evidencia que Colombia no depende de la violencia extranjera para luchar contra el narcotráfico.

El alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk, le dio la razón al mandatario al calificar los ataques estadounidenses como “violaciones al derecho internacional” y “ejecuciones extrajudiciales”. Incluso el Reino Unido, cansado de ser cómplice, suspendió su cooperación militar con Washington.

Pese a la ola de críticas internas, la decisión de Petro se lee en el exterior como un golpe de independencia política. En un continente acostumbrado a agachar la cabeza ante la Casa Blanca, el mandatario colombiano decidió marcar distancia y poner el foco donde pocos se atreven: en los derechos humanos de los pueblos olvidados del Caribe.

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