Los turistas ahora pueden visitar regiones colombianas que antes del acuerdo de paz estaban entre las más peligrosas de América.
Colombianos, franceses y alemanes llegan atraídos por la biodiversidad, las pinturas rupestres que datan de más de 10 mil años, las impresionantes cascadas y los pozos naturales anteriormente invisibilizados por el conflicto armado y el temor a los secuestros.
n el Guaviare se siente el compromiso con la paz de miles de excombatientes que, junto a varios campesinos de la región, dejaron de sembrar matas de coca, materia prima para fabricar la cocaína, y decidieron apostarle al turismo sostenible, a proyectos agrícolas y artesanales, con la ayuda de la cooperación internacional y el acompañamiento de las entidades promotoras de turismo colombianas.
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Unido a este propósito está Abraham Daza, de 70 años, quien antes vivía de la siembra de 2 hectáreas de coca. Animado por la masiva desmovilización guerrillera en 2016, organizó su finca para que nacionales y extranjeros accedieran a las majestuosas cascadas que pasan por sus tierras y que él mismo bautizó como “Las Delicias“.
Y es que la economía guaviarense está volcándose también a la ganadería para dejar de lado los cultivos ilícitos que estimulan el conflicto armado. Incluso algunos exguerrilleros de las FARC, que antes vivían del negocio del narcotráfico, ahora ven en el ganado una opción de vida.
La juventud que le apuesta al turismo
Muchos jóvenes colombianos que estudiaron biología, ecología o temas de medio ambiente, han visto en esta zona amazónica un potencial turístico para explotar. Enrique Rosales, de 31 años, oriundo de Guainía, el departamento fronterizo al este del Guaviare, es uno de esos emprendedores convertidos en guías turísticos, que llegaron para quedarse. «Nadie volteaba a mirar al Guaviare, el proceso de paz ayudó”, dice Enrique, quien hoy estudia turismo para certificarse y así complementar su profesión en estudios ambientales.
«Creo que sí es posible hacer turismo; fuimos pocos los que creímos en ese potencial”, comenta Enrique, orgulloso de su apuesta. Cuenta cómo junto a campesinos, propietarios de fincas y otros jóvenes guías turísticos se organizaron para recibir y atender a los turistas nacionales que están aumentando tras el acuerdo de paz con las FARC y a los extranjeros que tímidamente están retornando a Colombia con la reactivación de los vuelos comerciales. «Está llegando gente de muchas regiones del país, todos los días hay turistas”, dice Enrique, quien asegura estar haciendo más del salario mínimo a punta de esta actividad informal.
El Guaviare fue uno de los departamentos más conflictivos de Colombia, en donde operaba el Bloque Oriental de la guerrilla de las FARC, con al menos 4 mil combatientes. Los enfrentamientos con la fuerza pública y los ejércitos privados al servicio del narcotráfico imposibilitaban el turismo.
Hoy la realidad es otra para la capital guaviarense y otras regiones del país que tienen reducida la intensidad del conflicto armado. La población local y los turistas agradecen el proceso de paz y piden más compromiso político para sostenerlo.
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