Lo que debía ser una jornada de memoria y respeto en el Congreso de la República terminó convertido en un campo de batalla político. El 9 de abril, Día Nacional de las Víctimas, la senadora María José Pizarro alzó su voz para denunciar un hecho que consideró una afrenta a la dignidad de quienes han sufrido los horrores del conflicto armado: la presidencia de la sesión, por parte de Jorge Rodrigo Tovar, hijo del exjefe paramilitar Jorge 40.
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La molestia no tardó en crecer cuando la congresista Katherine Miranda, de la Alianza Verde, salió en defensa del polémico Tovar y, de paso, lanzó una desafortunada y agresiva comparación contra Pizarro: “Si vamos a juzgar a alguien por su padre, entonces usted tampoco debería estar aquí sentada”. Las palabras de Miranda no solo buscaron deslegitimar a una víctima del conflicto armado, sino que ignoraron el profundo dolor de quienes han perdido todo a manos de los grupos armados ilegales.
Victoria Eugenia, la verdad no es suya ni de Miranda. La verdad es la que le ha sido negada a la sociedad colombiana por quienes quieren imponer una narrativa hegemónica.
— María José Pizarro Rodríguez (@PizarroMariaJo) April 9, 2025
Hasta la IA es más ecuánime… Punto. pic.twitter.com/3hAXn2skNi
María José Pizarro no se quedó en silencio. Con firmeza y visiblemente indignada, respondió: “No permitiré que alguien que se paró a mi lado hace tres años ahora venga a darme lecciones de moral. A mi padre lo asesinaron después de haber firmado la paz. Yo hablo aquí como víctima, les guste o no”. Su intervención no solo fue contundente, sino que puso en evidencia la doble moral con la que algunos sectores intentan borrar las diferencias entre víctimas y victimarios.
A la crítica también se sumó la senadora Aída Avella, quien pidió que fuera Lina Garrido, segunda vicepresidenta y víctima del conflicto, quien presidiera la sesión. “No tiene presentación que en este homenaje a las víctimas una persona que es hijo de un victimario nos presida. Yo como víctima y presidenta de la Unión Patriótica exijo respeto”, reclamó Avella.
La senadora María José Pizarro defendió su postura y tildó de hipócrita a la representante Katherine Miranda. Aseguró que el representante Jorge Rodrigo Tovar tiene total legitimidad.
— X Post 1A (@XPost1A) April 9, 2025
“No acepto que una mujer, que de manera hipócrita se paraba al lado nuestro hace tres años… pic.twitter.com/lkoAb0dNE0
La controversia escaló rápidamente, y mientras congresistas del Pacto Histórico pedían un mínimo de coherencia y sensibilidad, sectores aliados al uribismo y a la derecha intentaron blindar a Tovar con argumentos legales sobre la inexistencia de “delitos de sangre”. Pero el debate aquí no era jurídico, era ético y simbólico: ¿puede una sesión en honor a las víctimas ser liderada por el hijo de un exjefe paramilitar, por más que él mismo se declare víctima?
Jorge Tovar, quien llegó al Congreso a través de una curul de paz, respondió a la polémica acusando de “hipocresía” a quienes cuestionaron su presencia: “Con hipocresía y doble moral jamás vamos a pasar la página de la violencia en este país”. Pero la pregunta sigue en el aire: ¿es doble moral exigir respeto para las víctimas en su día, o lo es convertir la memoria en un espectáculo de reconciliación forzada?
Justo este 9 de abril, la Jurisdicción Especial para la Paz reconoció a más de 353 mil víctimas acreditadas en su sistema. Son ellas quienes deberían estar en el centro del debate, no quienes heredan y muchas veces blanquean los silencios de sus antecesores.