JEP imputa a 28 altos mandos implicados en más de 600 falsos positivos

La JEP destapó el mayor escándalo de “falsos positivos” en la Costa Caribe: 28 exmilitares imputados por 604 ejecuciones ilegales entre 2002 y 2008.

La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) imputó a 28 exmilitares por su presunta implicación en 604 ejecuciones extrajudiciales en la región Caribe entre 2002 y 2008. Este es el mayor número de víctimas atribuidas a los infames «falsos positivos» desde la creación de la JEP.​

Las víctimas, presentadas falsamente como bajas en combate, incluyen 26 menores de edad y 31 indígenas de las etnias Wayuú, Wiwa y Kankuamo. La investigación abarca a 19 unidades militares, revelando la magnitud de estas atrocidades.​

Entre los altos mandos imputados se encuentran:

  • Mayores generales: Hernán Giraldo Restrepo, Jorge Enrique Navarrete Jadeth y Raúl Antonio Rodríguez Arévalo.​
  • Brigadieres generales: Fabricio Cabrera Ortiz y Adolfo León Hernández Martínez.​

La JEP sostiene que estos crímenes fueron resultado de una política institucional que premiaba las bajas en combate, sancionaba a quienes no las lograban y encubría las irregularidades. Solo entre 2004 y 2007, se perpetraron 517 de los 604 asesinatos, alcanzando un pico alarmante de 257 víctimas en 2007.​

Además, se identificaron dos patrones principales en la ejecución de estos crímenes:, como presentar a las víctimas como miembros de grupos armados ilegales y atraer a personas vulnerables con falsas ofertas de trabajo para luego asesinarlas; bajo esta modalidad, murieron 343 personas en 59 municipios.​

Las pruebas se basan en documentos militares, procesos judiciales y testimonios que detallan cómo operaban estas estructuras criminales dentro del Ejército.​

Estos hallazgos subrayan que las ejecuciones no fueron hechos aislados, sino parte de un patrón sistemático conocido y permitido dentro de las Fuerzas Militares. Un caso emblemático es el del Batallón La Popa, en Cesar, donde el excomandante Publio Hernán Mejía enfrenta juicio por negarse a reconocer su responsabilidad, pese a las abrumadoras pruebas en su contra.​

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