Mientras la derecha los olvidó por décadas, Petro llega al Catatumbo con millonaria inversión y maquinaria para enterrar la coca y sembrar el futuro

Con maquinaria, millones e insumos, Petro irrumpió en el Catatumbo para saldar la deuda histórica que otros gobiernos enterraron bajo el olvido.

Bajo un sol implacable y rodeado de miles de manos campesinas cansadas de promesas incumplidas, el presidente Gustavo Petro encabezó este jueves una jornada sin precedentes para transformar, de una vez por todas, la tierra fértil pero olvidada del Catatumbo.

Con maquinaria pesada, insumos a granel y millones sobre la mesa, el Gobierno del Cambio, a través de la Agencia de Desarrollo Rural (ADR), repartió más de 20.500 millones de pesos en herramientas, equipos y asistencia técnica para que la región deje de ser rehén del contrabando y la coca, y se convierta, por fin, en despensa nacional.

“Entre más disminuyan los cultivos de hoja de coca más paz habrá en la región”, sentenció Petro, mientras estrechaba manos de quienes llevan décadas arriesgando la vida para sacar adelante la cebolla roja ocañera, uno de los tesoros agrícolas más golpeados por el contrabando extranjero.

El ambicioso plan incluye 770 nuevas máquinas agrícolas, casi 200 mil insumos y asistencia técnica especializada, una verdadera inyección de productividad que, según el propio mandatario, solo será efectiva si se combinan tres claves: industrialización, asociatividad y conocimiento.

“La productividad de la que hablamos, es decir, producir más por hectárea, tiene que ver con el conocimiento, y conocimiento tiene que haber en el Catatumbo, y este Gobierno está cumpliendo en esa materia”, recalcó el presidente ante cientos de productores de cebolla que se dieron cita en la Plaza de Ferias de Ocaña.

Petro también arremetió contra el abandono histórico de la región, recordando que gobiernos anteriores nunca le pusieron la lupa a la vía que podría sacar toneladas de cebolla, café y cacao de las montañas. “La venta de la producción necesita la carretera (Ocaña-Gamarra) y todavía estamos retardados. Yo le pedí al Ejército (ingenieros militares) meterse a hacer unos tramos, ahí están, con sus máquinas, pero necesitamos más rapidez”, reclamó.

Y para que esta promesa no se pierda con el vaivén de la politiquería, anunció que blindará las obras con vigencias futuras aprobadas vía CONPES, asegurando que ningún próximo gobierno pueda frenar lo que Catatumbo ha esperado por generaciones: carreteras, universidad y compra estatal de la producción.

“Yo voy a hacer aprobar en el CONPES, el Pacto Catatumbo bien, definidos sus dineros… porque aquí el Estado debe comprar la producción y llevarla a territorios de hambre. Catatumbo también tiene hambre”, soltó Petro sin rodeos, dejando claro que el hambre de poder de otros no se alimentará más del hambre campesina.

Así, el Catatumbo deja de ser simple retórica de campaña para convertirse, por fin, en tierra de cosechas dignas y futuro real. Una jugada histórica que, de cumplirse, pasará a la memoria como el día en que una región marcada por la guerra y la coca empezó a sembrar paz y progreso.

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