Luis ‘Lucho’ Herrera, aquel héroe de la bicicleta que puso a vibrar a Colombia en los 80, ahora pedalea cuesta arriba en un escándalo que huele a sangre, amenazas y silencios comprados. El ídolo que conquistó la Vuelta a España y el Alpe d’Huez confesó ante la justicia que soltó dinero para que paramilitares lo dejaran por fuera de una investigación por desaparición forzada.
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“Yo se los di en Fusa. Llegó un muchacho delgado en una moto, y no volví a saber nada”, reconoció el exciclista, según se reveló. La escena parece sacada de una película de narcos: Herrera, en 2016, entregó $10 millones en efectivo para que los violentos de las Autodefensas Campesinas del Casanare lo “sacaran del problema”.
Pero el problema es mucho más oscuro: ‘Lucho’ está señalado de haber mandado a desaparecer a cuatro campesinos de Fusagasugá, su propio pueblo, allá en 2002. Según testigos clave como Luis Fernando Gómez Flórez, alias Ojitos, y Óscar Huertas, alias Menudencias, Herrera les habría puesto precio a sus vecinos por negarse a vender unas tierras. En los papeles filtrados, uno de ellos asegura sin rodeos: “El señor Lucho Herrera me ofrece algo de beber y me da dos sobres de manila, en uno de ellos venían las fotos de cuatro personas que teníamos que recoger, dijo que eran milicianos de la guerrilla que lo iban a secuestrar”.
💥¡ESCÁNDALO! Lucho Herrera pagó a paramilitares para que lo borraran del caso por la desaparición forzada de 4 vecinos en Fusagasugá. Primero dijo que no conocía a las víctimas. Ahora admite que sí eran sus vecinos. Mintió, pagó y calló. Cuatro desaparecidos, un ciclista libre y… pic.twitter.com/RyT9cLHqv5
— Juan Camilo (@JUANCAELBROKY) July 2, 2025
Las víctimas: Diuviseldo Torres Vega, los hermanos Víctor y José del Carmen Rodríguez Martínez, y Gonzalo Guerrero Jiménez, desaparecieron sin dejar rastro el 23 de octubre de 2002. Dos décadas después, los fantasmas regresan a atormentar la leyenda del ciclismo, que ya tuvo que pararse frente a los fiscales en Bogotá el pasado 5 de mayo.
A pesar de la gravedad de las acusaciones, Herrera se defiende a medias: en carta pública dijo que solo hablaría “una vez conozca de forma concreta y precisa los cargos que se me atribuyen por personas que no conozco”. Sin embargo, frente a la Fiscalía admitió que sí conocía a dos de los desaparecidos: “Conozco a Gonzalo Guerrero y a Diuviceldo Torres, ellos se criaron cerca a la casa de mis padres”.
Su abogado, Hernando Benavides Morales, intenta bajar el tono: asegura que su cliente es víctima de chantajes, que el pago fue una extorsión y no un soborno para borrar huellas. Pero la pregunta queda: ¿Qué hace un campeón del Tour pactando con paramilitares y soltando fajos de billetes a mensajeros en moto?
El señor Lucho Herrera no solo aceptó haberle entregado dinero a paramilitares para no que no lo involucraran en el asesinato de sus 4 vecinos.
— Esther Castro (@BioSaura) July 2, 2025
Sino que además, reconoció que si conocía a dos de ellos cuando en su primer declaración había negado conocerlos.
A esa historia aún… pic.twitter.com/TgNByDiHKN
La Fiscalía escarba en los archivos polvorientos de Fusagasugá, buscando pruebas que confirmen si Herrera pasó de jardinero de la bicicleta a jardinero de tumbas clandestinas. La defensa clama inocencia, pero la historia cada vez se enreda más entre sobres manila, amenazas y nombres que reaparecen veinte años después.
Colombia, la patria que un día aplaudió su gesta en Europa, ahora observa incrédula cómo su ídolo se tambalea entre audiencias, declaraciones cruzadas y un pasado que huele a pólvora y miedo.