Vicky Dávila juega a ser precandidata y periodista en el caso de Álvaro Leyva: fabrica su propia verdad mientras la prensa tradicional se arrodilla ante ella

Vicky Dávila se grabó interrogando a Leyva para limpiarse de un presunto golpe de Estado, pero su show revela cómo pretende gobernar: manipulando la verdad a su antojo.

En Colombia, la línea entre el poder político y el poder mediático parece difuminarse a velocidad de vértigo, y tiene nombre propio: Vicky Dávila, la flamante precandidata presidencial que ahora juega a periodista, jueza y notaria de su propia versión de la verdad.

Esta semana, Dávila publicó el audio de una llamada telefónica al excanciller Álvaro Leyva, en la que buscó, según ella, despejar dudas sobre los escalofriantes audios que revelarían un plan para tumbar a Gustavo Petro del poder. Pero la maniobra de la periodista-candidata no convence a todos. ¿Por qué Leyva se confiesa con Vicky y no con El País de España, que destapó el escándalo? ¿Qué hace una aspirante presidencial acomodando titulares mientras entrevista a sus propios aliados?

En la llamada, Leyva se lava las manos sin titubeos: “Nunca jamás. En ningún momento, bajo ninguna circunstancia, yo por lo menos no lo he pensado y estoy seguro que usted tampoco. No lo hemos hablado”, aseguró.

Y la ahora presidenciable remata con un acto de autoabsolución: “Doctor Leyva, en algún momento (…) Y le pido por favor que sea muy claro con el país. ¿En algún momento usted y yo hablamos de golpe de Estado contra Gustavo Petro?”

Así, como quien pregunta y se responde, Dávila validó su inocencia ante una llamada que ella misma sostenía. Lo que muchos ven es que esta puesta en escena no tiene nada de periodismo y sí mucho de estrategia electoral.

Mientras tanto, los grandes medios prefirieron amplificar el audio “salvador” de Vicky y minimizar el contenido de fondo: un complot que, aparentemente, involucra alianzas con el ELN, el Clan del Golfo y actores extranjeros. Todo para desestabilizar al primer gobierno progresista en la historia de Colombia.

El propio presidente Petro pidió explicaciones de todos los salpicados en este novelón, incluida la vicepresidenta Francia Márquez, a quien Leyva involucró sin pruebas: “Todas las personas que nombra allí, de las cuales yo no sé si lo que él cuenta es verdad o no, pues deben dar explicaciones y no solamente políticas públicas, sino ante la justicia”, exigió Petro.

Pero mientras los señalamientos de golpe de Estado estremecen la democracia, la prensa tradicional, la misma que dice fiscalizar el poder, decidió convertirse en altavoz de la versión de Vicky, olvidando la verdadera bomba: el plan para derrocar a un presidente elegido por más de once millones de colombianos.

Para rematar su show, Dávila se presentó como mártir y madre coraje: “Defiendo mi buen nombre con la vida, si me toca. Porque soy mamá, por el honor de mis hijos, como aspirante presidencial, que jamás les fallará a los colombianos, y como una periodista que siempre luchó contra los corruptos y criminales.”

Pero la pregunta incómoda sigue flotando: ¿Quién vigila a los vigilantes? Si este es apenas un anticipo de cómo Vicky Dávila planea gobernar, interrogando, editando y publicando su propia versión de los hechos, Colombia debería temblar. Y la prensa que se deja usar como mensajera debería rendir cuentas igual que los políticos.

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