Claudia López lanza su candidatura presidencial: la exalcaldesa que traicionó a los bogotanos, reprimió a los pobres y ahora quiere el poder

Claudia López oficializó su candidatura presidencial prometiendo “recuperar el rumbo”, pero su historial de traiciones y represión la delata.

El 3 de junio, Claudia López, exalcaldesa de Bogotá, oficializó su candidatura a la Presidencia de la República para el periodo 2026-2030. Llegó en bicicleta a la Registraduría Nacional en Bogotá y anunció la recolección de firmas bajo el lema “Con Claudia, Imparables”. Sin embargo, lejos de generar entusiasmo, su candidatura reabrió las profundas heridas de su paso por la Alcaldía y los múltiples escándalos que marcaron su gestión.

López intentó presentarse como la salvadora de un país “decepcionado” del cambio, en una clara alusión al gobierno del presidente Gustavo Petro. Dijo que Colombia debía salir “del miedo y la decepción del cambio que pudo haber sido y que, desafortunadamente, no fue”. Pero sus palabras contrastan con los hechos. Durante su mandato como alcaldesa, Claudia López no solo se alejó del progresismo que decía representar, sino que traicionó de forma sistemática a los sectores populares que la eligieron.

Su administración será recordada por uno de los episodios más vergonzosos en medio de la pandemia: el brutal desalojo en Altos de la Estancia, en Ciudad Bolívar, donde cientos de familias fueron expulsadas con fuerza desmedida por el ESMAD, en plena cuarentena, sin alternativas dignas de reubicación ni apoyo estatal. Familias desplazadas, trabajadoras informales y víctimas del conflicto quedaron en la calle.

“La Alcaldía de Claudia López deja a familias enteras en la calle en medio de la pandemia… Estas personas llevan días afectadas por el Esmad, les quitaron la luz”, denunció el entonces concejal Hollman Morris en 2020.

La excusa oficial fue el “riesgo geológico”, pero no hubo políticas reales para garantizar derechos. El mensaje fue claro: en el gobierno de Claudia López, los pobres sobran.

Durante su gestión, sabotear el metro subterráneo fue su mayor legado. En lugar de defender la obra diseñada para beneficiar a millones de personas en el sur de Bogotá, impulsó con entusiasmo el metro elevado pactado por Enrique Peñalosa y el uribismo, debilitando la movilidad integrada y favoreciendo intereses privados.

En salud, permitió que se abandonara el Hospital San Juan de Dios y, en un acto de desprecio por la memoria histórica y el derecho a la salud pública, estuvo a punto de dinamitar la torre central del complejo hospitalario, símbolo de la salud para los más pobres.

En educación, se negó a respaldar el proyecto del Gobierno Nacional para ampliar la educación superior pública. En su lugar, lanzó el programa ‘Jóvenes a la U’, una mala copia del fracasado “Ser Pilo Paga”, que redirige recursos públicos a universidades privadas, beneficiando a élites y no a las mayorías.

Las respuestas no se hicieron esperar. El presidente Gustavo Petro, desde sus redes, no se guardó nada y desnudó con contundencia la verdadera cara de Claudia López: «Claudia no sabe sino de traiciones. La última, a los trabajadores de Colombia. Se tiró el metro subterráneo de Bogotá e iba a dinamitar la torre central del San Juan de Dios. Nunca quiso ayudarnos en ampliar las universidades públicas y se inventó un malísimo programa imitador de ‘Ser Pilo Paga’ que es un subsidio con dinero público a la universidad privada para élites. Le reconozco que puso en la agenda pública la palabra ‘cuidado’, pero olvidó que el gran cuidador es la persona libre, la familia unida y el poder público.»

Claudia López fue elegida prometiendo lucha contra la corrupción, inclusión y transformación social. Pero gobernó como aliada de la tecnocracia neoliberal, criminalizó la protesta, ignoró las necesidades populares y ahora quiere venderse como la alternativa al cambio, cuando en realidad es el reciclaje del viejo establecimiento.

Su paso por la Alcaldía dejó cicatrices profundas en los barrios populares de Bogotá, y su nuevo intento presidencial no puede ser leído sino como el regreso de quienes ya demostraron que gobiernan de espaldas al pueblo.

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